lunes, 25 de septiembre de 2017

¿Seremos capaces de hacer de la crisis en/con Cataluña una oportunidad de mejora para todos o preferimos sucumbir al morbo de dejar que los trenes choquen para ver quién pierde más?



Magnífica la entrevista de Jordi Évole a Puigdemont ayer en la sexta (como lo fue en su día la que hizo a Rajoy). Lamentable la urgencia de contraprogramación por parte de TV3 y los mensajes que circulaban por las redes sociales ayer en Cataluña haciendo una llamada desesperada para que, coincidiendo con el programa de la Sexta (Salvados), los catalanes optasen mejor por ver un programa especial sobre el referéndum de la cadena autonómica. Lógicamente la entrevista a Puigdemont ya estaba grabada con anterioridad y era consciente de que no había salido muy bien parado.

Debemos frenar cuanto antes la escalada de tensión y actuar con responsabilidad políticos y ciudadanos. Aunque por mi parte ya adelanto que haré responsables en un 99% de cualquier cosa negativa que pueda ocurrir a los miembros de los dos gobiernos que, cegados, echan leña a sus locomotoras pensando quizás que quién vaya más rápido saldrá mejor parado tras el choque… ¿Quién es tan iluso para no pensar que en un choque frontal a gran velocidad, por mucho que uno salga mejor que otro, todos van a salir perdiendo?. En este caso perderá Catluña, perderá España y también perderá Europa.

Pienso que los catalanes deben poder votar para decidir sobre su futuro. De la misma forma que no querría que mi pareja estuviese a mi lado porque exista un papel firmado o matrimonio que así lo establezca, sino que deseo que lo haga porque cada día que se despierte así lo sienta, ese es el reto de la convivencia en pareja, de esa misma forma creo que los pueblos deben permanecer unidos bajo un marco común elegido por ellos no porque ninguna ley o constitución le impida lo contrario, sino porque realmente así lo sientan sus ciudadanos, ese es para mí el reto de la convivencia en democracia. Lógicamente ya no hablamos de dos, y esto implica leyes que se deben cumplir y normas de convivencia, establecer cuáles son los porcentajes necesarios para tomar una u otra decisión, los plazos en los que esas decisiones deberían revisarse, etc. Mucho más complejo, sí, pero posible, con suficientes garantías y en mi opinión muy deseable. Para nada creo que el referéndum convocado en Cataluña ni los acontecimientos a los que asistimos en estos días vayan en esta dirección. Un referendum que no se va a celebrar y que posiblemente sea la excusa, tras la esperable respuesta del Estado para detenerlo, para una declaración unilateral de independencia. Tristemente no veo solución al conflicto desatado que no pase por que existan nuevos interlocutores tanto en el gobierno de España como en el de la Generalitat. Sería bueno que primero hubiese nuevas elecciones en Cataluña. Y en España también deberíamos votar pronto y sobre todo pedir a las fuerzas de la actual oposición, que representan a la inmensa mayoría de los ciudadanos de este país que no están de acuerdo con que “desgobierne” como lo está haciendo el partido popular, que negocien y se entiendan. Si así lo hicieran, ni siquiera sería necesario volver a votar tan pronto para que Rajoy dejase de gobernar. Estoy totalmente de acuerdo en que debemos renovar con urgencia nuestra constitución, que hace tiempo que se nos viene haciendo pequeña en algunas cuestiones, no sólo para que en Cataluña se pueda convocar un referéndum legal, sino para que todos los españoles podamos tener otro buen puñado de años de progreso sin tener que cuestionarnos cada día lo esencial. Incluso si hiciera falta, aunque sé que para ello costaría mucho más encontrar consensos suficientes, yo estaría encantado que en este país pudiésemos debatir con altura de miras y sin prejuicios sobre la conveniencia o no de mantener la monarquía y de renovar una bandera que no acaba de favorecer el sentido de unidad como creo que sería deseable. Hay que condenar de una vez por todas el franquismo, recuperar la memoria histórica y dar carpetazo social a todo lo que fue la dictadura iniciando una nueva etapa en la que todas las heridas hayan quedado sanadas. Tenemos que hacerlo, hay que ser valientes, decididos y sobre todo no caer en la pereza y pensar que ya estamos bien como estamos…porque la realidad nos dice que no lo estamos. Como dicen los psicólogos, para cambiar lo que no nos gusta es necesario salir de la zona de confort. Tenemos ahora mayores motivos y una oportunidad para hacerlo. Empecemos por donde queramos, prioricemos o abordemos todo en su conjunto, pero necesitamos oxigenar nuestra democracia con urgencia.

Dicho esto, tengamos claro que todo debe hacerse con mucha responsabilidad, en los plazos necesarios, con acuerdos y consensos suficientes, con debates profundos y sosegados que nos permitan a los ciudadanos eludir la fácil manipulación a la que se nos somete a diario. También podríamos aprovechar este proceso previo de maduración y planificación de los cambios para configurar una imagen de futuro del país que queremos ser, porque está claro que actualmente nuestros partidos políticos no sólo difieren drásticamente en la forma de llegar, sino también en la imagen de país que se quiere, y eso dificulta mucho los acuerdos y despista a los ciudadanos. Cuanto más cerrado le dejemos este tema los ciudadanos a nuestros políticos, mejor. Y podemos hacerlo, y resultaría un proceso apasionante y motivador. En cierto modo en Cataluña es lo que han hecho con el "procés", aunque no tan de abajo hacia arriba como a mi entender sería deseable.

Esta manido lo que voy a decir, pero es totalmente cierto, toda crisis ha de verse en positivo y como una gran oportunidad. Esta que se está viviendo en/con Cataluña también. El conjunto de españoles podemos aprovechar ese desencadenante, esa enzima catalizadora para poner en marcha los procesos de renovación de nuestra sociedad y nuestras normas de convivencia que acabo de comentar, y que tanto se necesita para mejorar muchas cuestiones más que no tienen nada que ver con el encaje de Cataluña en España. No se trata de abrir la caja de pandora de la constitución por culpa de los catalanes y para solucionar un problema suyo, se trata de abrirla gracias, en buena parte, a los catalanes y para solucionar problemas de todos, visto así ¿no es verdad que gran parte de la fractura social generada se disipa al instante? Creo que también deberíamos aprender mucho unos de otros, y en este caso particular, muchos españoles no catalanes de los que sí lo son y viceversa, porque seguro que todos tenemos grandes cosas que mejorar. Por ejemplo, me gustaría, como español y andaluz en mi caso (aunque actualmente resido en Cataluña y mi pareja y mis hijos son catalanes), que aprendiésemos de la capacidad de los catalanes y su "procés" para generar ilusión y motivación por mejorar en la sociedad, por asumir con mayor interés la parte de responsabilidad de los ciudadanos en que las cosas cambien. Me gustaría que en Cataluña también se sintiese que en el resto de España hay muchas cosas de las que se puede aprender y que juntos ganamos todos (muchas veces he imaginado el potencial del ingenio andaluz unido a la capacidad de emprendimiento catalana). Los nacionalismos son egoístas (sea español, catalán o el que sea), es incompatible el nacionalismo con la solidaridad, por mucha campaña de estética para camuflarlo que se quiera hacer, sus principios entran en conflicto con derechos humanos...Si me preguntasen cuál sería mi bandera respondería que una en la que apareciesen el Sol y todos los planetas del sistema solar, destacando a la Tierra. De momento es donde vivimos todos los seres humanos y esa debería ser nuestra mayor patria. Saber cuidarla y aprender a convivir todos en ella ya es el mayor reto que tenemos por delante como humanidad. A partir de ahí, si cada territorio, llámese país, nación, región, municipio o pedanía, quiere tener su propia bandera, para identificar unos límites geográficos, una cultura, un idioma, una historia…me parece bien, yo no las necesitaría, pero tampoco veo inconveniente siempre que el rumbo de nuestras vidas, nuestras libertades y nuestros derechos no los marque ese trozo de tela o unos colores, sino que los marquen el sentido común, la solidaridad y la convivencia en democracia. Esto es para mí lo importante, el cómo organicemos todo eso administrativa, jurídica y políticamente me da igual si la máxima se cumple. Puede sonar utópico e ingenuo, pero creo que es el camino a seguir, el que personalmente intento y quiero recorrer y enseñar a recorrer a mis hijos. 


En el corto plazo pediría ahora una reflexión a todos, apaguemos las televisiones y apartemos la mirada y el oído de los medios de comunicación por unos minutos. Reseteemos nuestras conciencias, tiremos de nuestros principios y valores personales y a partir de ahí pensemos hacia dónde estamos yendo, las consecuencias que ello puede tener y si es realmente lo que mejor consideramos para nuestro bienestar en el futuro. A partir de ahí que cada cual actúe en consecuencia, pero al menos creo que deberíamos hacer un alto en esta espiral descontrolada. Ojalá esto también lo hicieran nuestros máximos responsables políticos apartando también de sus pensamientos sus intereses partidistas, personales y sus egos. De todas formas, si no lo hacen, podríamos ser los ciudadanos los que nuevamente les demos una lección de democracia y convivencia.