jueves, 12 de marzo de 2015

La crisis ambiental debería entrar en la campaña electoral andaluza



Se habla mucho y desde variados puntos de vista de la crisis económica y también de la crisis social que ésta provoca, y en menor medida de la crisis social que ya venía de largo por muchos de los cambios que la globalización y otros factores han venido induciendo desde finales del siglo pasado. Pero desde pocos frentes se habla de la crisis ambiental, que es global y es local a la vez, y por tanto depende de todo el conjunto de la humanidad y de cada uno de nosotros en particular. Sin embargo, como si de la santísima trinidad se tratase, estas tres crisis son en realidad la misma cosa. Y cualquier análisis que no considere el conjunto dejará de tener sentido si su objetivo es el de encontrar soluciones viables, aceptables y de futuro.
En general, cada cual intenta opinar y ofrecer soluciones de lo que sabe, y los economistas dan sus recetas para revertir las tendencias de las cifras que se consideran indicadores negativos, bajo criterios estrictamente económicos. Sociólogos y ONGs que trabajan en el ámbito de los derechos humanos, la salud, etc., se afanan por aportar ideas y cambiar el rumbo de aquellas políticas que dan la espalda a estas cuestiones, incrementando la desigualdad e injusticia social, deteriorando la calidad de vida de las personas, etc. Y por su parte, biólogos, ecólogos, ambientólogos y ONGs conservacionistas luchan y ofrecen también sus soluciones para frenar el grave deterioro ambiental que crece exponencialmente en paralelo con el crecimiento de la población mundial y de los recursos que ésta consume. Sin embargo, hay menos personas dedicadas a razonar, divulgar o alertar de la imbricación que tienen todos esos aspectos entre sí, y en buena medida, esto debería ser una de las principales responsabilidades de los políticos, al menos la de integrar todos esos aspectos para ofrecer soluciones realistas y con verdadero futuro a los problemas de los ciudadanos y la gestión de lo público.

INTEGRAR LAS TRES CRISIS

Cuando hacemos el esfuerzo de integrar las tres crisis mencionadas, nos damos cuenta que los problemas ambientales están en la base de la mayoría de problemas relacionados con la economía (acceso al agua potable, contaminación de las aguas, abastecimiento energético, cambio climático, deforestación, pérdida de biodiversidad, etc.). Dicha economía, se base en el aprovechamiento de recursos y materias primas, en la industria, el sector tecnológico, sector de servicios o en el turismo, depende de los servicios ecosistémicos que de manera directa o indirecta nos ofrece la naturaleza. Y por otro lado, nuestro bienestar y calidad de vida dependen de un entorno sano y alejado de conflictos. Por supuesto que también dependen de nuestra capacidad para tener acceso a un trabajo digno con el que podamos desarrollarnos personal y profesionalmente, pero si para ello necesitamos saltarnos la cuestión ambiental, ese puesto de trabajo sólo generará beneficio económico para el individuo que lo ocupe, pero también muchos perjuicios para él y el resto de la sociedad, lo cual no sería sostenible en el tiempo.
¿Qué quiere decir todo esto?, pues sencillamente que cualquier desarrollo económico, social y humano que experimentemos, siempre tendrá que ser a favor de la conservación de los recursos que nos proveen de los servicios ecosistémicos que alimentan dicho desarrollo, si queremos que éste sea sostenible en el tiempo. Romper este sencillo ciclo implicaría, más tarde o más temprano, obtener efectos contrarios a los que pretendíamos. Por eso la cuestión medioambiental debe estar en la base de cualquier estrategia de un territorio que desee prosperar e incrementar la calidad de vida de sus ciudadanos. Y por eso, cualquier discurso político debería estar impregnado desde la primera a la última frase por los aspectos medioambientales que, de una manera u otra, nos guste o no, envuelven los pilares básicos de las principales políticas.
No podemos ceñir la cuestión medioambiental a la creación de un ministerio o una consejería de medio ambiente, cayendo en el error de sectorizar y separar esta cuestión de las demás. No puede estar la cuestión medioambiental ajena en los debates sobre economía, innovación, turismo, agricultura, etc. No podemos permitirnos políticos que no sean plenamente conscientes y sensibles a todo esto y crean firmemente en ello, porque de lo contrario no serán políticos que planteen soluciones realistas y sostenibles para nuestros problemas. En nuestro caso, de cara a las próximas elecciones andaluzas, no podemos permitirnos que la crisis ambiental que origina buena parte de nuestros principales problemas quede ausente de los debates y de buena parte de los programas políticos, o sea tratada en ellos como un apartado más, casi de relleno o para pintar de verde esos programas.

LO QUE SE JUEGA ANDALUCÍA

Andalucía se juega mucho con su medio ambiente (recursos directos para la economía, turismo, biodiversidad, etc.), tanto por lo que ponemos en riesgo como por todo el potencial que éste nos ofrece. Los andaluces deben ser muy conscientes de ello, y pondré un ejemplo, ¿qué ha pasado estos últimos años con la gestión del agua?. No existen prácticamente líneas claras y objetivos para las políticas de agua en Andalucía, siguen estando las instituciones y produciéndose los correspondientes nombramientos de cargos, pero no hay una estrategia, no hay unos objetivos claros, consensuados mínimamente y filtrados bajo el paraguas de la necesaria sostenibilidad ambiental.
Esto provoca que se tomen decisiones muy importantes para nuestro futuro con el único objetivo de cubrir exigencias legislativas o pensando en el corto plazo y en el peor de los casos en intereses electoralistas. Los planes hidrológicos de las cuencas internas andaluzas acaban sometidos a las exigencias e intereses sectoriales (los grandes agricultores fundamentalmente), muchos ayuntamientos se afanan en la privatización de la gestión del agua con el objetivo de generar recursos económicos inmediatos (pan para hoy y hambre para mañana) y entre parches e intereses vamos destruyendo nuestro patrimonio de ríos y acuíferos, de funcionarios públicos motivados, etc., en la mayor parte de los casos de forma irreversible. El Pacto por el Agua Pública en Andalucía es una clara muestra de que la sociedad se está adelantando a los políticos, y viene tomando la iniciativa en ésta y otras muchas cuestiones. Por tanto no nos pueden poner como excusa que los temas ambientales no están en el interés general o las preocupaciones de los ciudadanos.
No dejemos escapar la oportunidad que ofrece esta recién iniciada campaña electoral para debatir de todo lo que realmente es importante y en lo que nos jugamos nuestras capacidades de progreso y nuestro futuro. Exijámoslo como ciudadanos y valoremos en su justa medida a aquellos partidos o políticos que sí lo hagan. Exijámosles a éstos que ofrezcan soluciones para esa crisis global que incluye como pilar básico, esencial e ineludible la cuestión ambiental. El día que en un debate sobre el estado de la comunidad autónoma, o de la nación, oigamos de boca de los principales líderes políticos hablar de los problemas ambientales con la misma preocupación e interés que hablan de los problemas económicos o sociales, considerando responsablemente las interrelaciones entre unos y otros, seguro que los ciudadanos visualizaremos un futuro más esperanzador y nos sentiremos orgullosos de pertenecer a una sociedad del siglo XXI.
Tony Herrera Grao
Biólogo, consultor ambiental y miembro fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) y del Centro Ibérico de Restauración de Ríos (CIREF).

Artículo publicado en ANDALUCES DIARIO el 11 de marzo de 2015.
http://www.andalucesdiario.es/politica/la-crisis-ambiental-deberia-entrar-en-la-campana-electoral-andaluza/