miércoles, 30 de julio de 2014

Andalucía pierde el tren en la gestión de las cuencas hidrográficas


Reproduzco un artículo que he publicado hoy 30/07/2014 en andaluces.es , periódico digital de ideas y noticias. 

http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/andalucia-pierde-el-tren-y-muestra-sintomas-claros-de-apatia-en-la-gestion-de-las-cuencas-hidrograficas-que-son-de-su-competencia/


A pesar de los recortes y del retroceso experimentado en las políticas de agua por parte del Gobierno de España del Partido Popular, en algunas Confederaciones Hidrográficas hay técnicos y algunos responsables que luchan contracorriente y continúan haciendo esfuerzos por impulsar una gestión que cumpla con todas las exigencias legislativas y que contribuya a conservar los ecosistemas acuáticos y su biodiversidad asociada. Prueba de ello es el reconocimiento que el Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF) ha dado este año a Rosa Huertas e Ignacio Rodríguez, de la comisaría de aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, por sus esfuerzos en sacar adelante proyectos de mejora de tramos fluviales en la citada cuenca.


Mientras tanto, en Andalucía la apatía parece haberse apoderado de los responsables políticos y de la gestión de nuestros recursos hídricos. Justamente cuando se tiene la oportunidad de aplicar políticas claramente diferenciadas del Gobierno central, en las que se muestre la apuesta por la gestión integrada y por una verdadera Estrategia Andaluza de Restauración de Ríos (que se elaboró para ser luego guardada en el cajón del olvido), por llevar a cabo un proceso ejemplar de participación pública en la planificación hidrológica, etc., la Junta de Andalucía sigue en las cuencas de su responsabilidad los mismos pasos y se somete a las mismas presiones que el Gobierno central.

Parece como si la pérdida de gestión de la cuenca del Guadalquivir (que duró escasamente tres años y no dio tiempo a desarrollar ninguna política diferenciada) hubiese dejado apáticos y desmotivados a nuestros políticos y a los principales responsables, cuando tenemos cuencas de tremenda envergadura e importancia sobre las que hay mucho que trabajar y mucho que decir en cuanto a ser ejemplo de un modelo de gestión acorde al siglo XXI. Otras comunidades con cuencas transferidas sí que han venido haciendo notables esfuerzos, como es el caso de Cataluña.

En Andalucía, al fiasco de la pérdida de la gestión del Guadalquivir se ha unido a la escasez presupuestaria impuesta por la crisis y los recortes, pero esto no puede ser excusa para que no se trabaje y se avance, pues no todo en la gestión es a base de dinero. De hecho, el despilfarro de dinero y las infraestructuras agresivas de los tiempos de bonanza económica es lo que más daño ha hecho a nuestros recursos hídricos: escolleras  y canalizaciones costosísimas que dan poca mano de obra y destruyen las riberas y los ecosistemas fluviales, embalses de necesidad cuestionable, depuradoras que han quedado obsoletas incluso antes de ser utilizadas, limpiezas de cauces agresivas que arrasan con los procesos naturales y la biodiversidad favoreciendo a las especies invasoras, etc.
Hay síntomas evidentes que fortalecen esta opinión particular de la situación. Resulta llamativo que en los diferentes foros científico-técnicos, sobre todo en aquellos que no están directamente relacionados con los aprovechamientos agrarios o la depuración (donde se mueven los grandes intereses y el dinero), la ausencia de responsables y técnicos de las cuencas andaluzas es palpable.

Cuando desde el Ministerio o desde algunas confederaciones dependientes del mismo se muestra el interés en muchos  temas muy técnicos y concretos necesarios para poder hacer una correcta planificación desde el punto de vista técnico, como la necesidad de disponer de estándares de calidad para las masas de agua muy modificadas, o herramientas más precisas para la evaluación hidrológica y morfológica de los ríos, o modelos para el seguimiento y evaluación de especies invasoras, en Andalucía estas cuestiones pareciera que están a años luz, no son los temas que preocupan a los responsables políticos y por tanto no se trasladan a los técnicos. Por no decir de otras cuestiones en las que se ha perdido la oportunidad claramente de haber ido un paso por delante del Gobierno central, habiendo desarrollado un proceso de planificación hidrológica ejemplar y con verdadera participación pública. Al final, tanto las políticas, las presiones que consiguen influenciar en ellas (sobre todo por parte de los grandes agricultores) y los resultados, son los mismos que en el conjunto del país, un desastre y un despropósito.


MEDIO AMBIENTE DE CÁDIZ ES LA EXCEPCIÓN

Tan sólo merece destacarse, y es de justicia hacerlo, los esfuerzos realizados desde la Delegación de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Ordenación Territorial de Cádiz, desde donde a pesar de sus limitaciones en competencias y presupuestarias, se ven claros esfuerzos por cambiar el modelo e impulsar estrategias y políticas novedosas y sobre todo, más acordes con las exigencias de la legislación comunitaria. Podemos afirmar, que salvo los servicios en la provincia de Cádiz, que apuestan con mayor nitidez por la Directiva Marco del Agua, el resto de provincias y desde servicios centrales se resisten a dichas políticas, y sucumben a las presiones de los usuarios del agua (principalmente los grandes agricultores) y de las constructoras que anhelan más y más obra pública. Afortunadamente esta última opción no está sacando los frutos que habitualmente ha sacado gracias a la crisis económica.

Otras de las causas, más allá de esas presiones, creo que son muy similares a las que están detrás de muchos de los problemas que en general tienen algunas políticas andaluzas, el poco refresco de los responsables políticos, que se aferran a sus puestos de mando y aplican lo que en su día aprendieron a hacer, sin aceptar que los tiempos cambian, que las exigencias son otras y mucho más complejas, y que hay que dar paso a savia nueva. A ello sumemos la incertidumbre en la que viven tras las últimas elecciones, que hace que estén más pendientes del partido de turno y en qué puesto va a quedarse cada uno, que de hacer el trabajo que les exige sus actuales competencias.


NO SÓLO EL PSOE, TAMBIÉN IZQUIERDA UNIDA

Todo esto está suponiendo un retraso en la aplicación de políticas que tarde o temprano se impondrán, y de hecho evolucionarán hacia exigencias y condicionantes aún mayores. Y ello requiere además un esfuerzo paralelo técnico y de innovación, que implica formación continua y motivación del personal que trabaja en las cuencas andaluzas. Lejos de esto, esos recursos humanos corren el riesgo de quedarse obsoletos y en estado de apatía.

Aún es más grave todo lo expuesto cuando no sólo es la izquierda socialista la que gobierna en Andalucía, sino que lo hace de la mano de Izquierda Unida, formación política que habitualmente ha defendido modelos de gestión del agua mucho más acordes con lo que serían los valores de la Nueva Cultura del Agua y los principios y exigencias de la Directiva Marco del Agua y la Directiva de Inundaciones. Su influencia en estos temas en el Gobierno andaluz brilla por su ausencia.
Andalucía no puede seguir quedándose atrás, o el esfuerzo para ponerse al día, algo que tarde o temprano habrá que hacer, será inmenso y siempre tendrá un coste mayor para los andaluces. No gestionar el Guadalquivir no significa que no haya mucho y muy importante que gestionar. Y si esto no es tan importante en los servicios centrales en Sevilla, entonces se están cometiendo errores derivados del centralismo que también son impropios de un Gobierno que se dice de izquierdas y progresista.

Hay mucho trabajo por hacer y eso requiere tener las ideas claras, saber los objetivos y el camino a seguir, y poner mucho entusiasmo, motivación y esfuerzo. Si quienes tienen estas responsabilidades actualmente no se sienten capaces de hacerlo, que dejen el sitio a muchos andaluces que estamos deseando trabajar por mejorar y sacar adelante nuestra tierra.

(*) Tony Herrera Grao es miembro fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) y del Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF)