miércoles, 8 de enero de 2014

LOS "ME GUSTA" DE NUESTRA CONCIENCIA Y LA AUSENCIA DE REVOLUCIÓN.




Muchos de nosotros, especialmente la gente más joven o familiarizada con las redes sociales, mostramos en ellas prácticamente a diario nuestra indignación con la gestión de la actual crisis1. Aunque la mayor parte de las veces nos limitamos a dar un "me gusta" en una noticia que un amigo cuelga en facebook, twiter, google+, etc., en la que se denuncia algo que no nos gusta (es contradictorio pero no voy a cuestionar ni entrar ahora en este matiz, todos entendemos por qué se hace así). Cuando nos sentimos además especialmente identificados con la causa, compartimos o "retwitteamos" la noticia, el eslogan de turno, o el insulto al político que toque, reproducimos el enlace, la frase, el chiste o la imagen, y con ello damos satisfacción a nuestra particular indignación.


Todo esto está muy bien, contribuimos a difundir esas cosas que suceden y no nos gustan, a denunciarlas, con mayor o menor seriedad o sentido del humor, a veces con bastante eficacia cuando las mismas se vuelven virales y se consigue recoger un buen puñado de firmas que finalmente tienen alguna consecuencia real, directa y positiva para nuestros fines. A la vez compartimos nuestra indignación, los más valientes, extrovertidos o seguros de nosotros mismos, mostramos nuestras inclinaciones políticas, o como mínimo nuestras ideas sobre muchas cuestiones sociopolíticas, y con ello parece que nos mojamos más, que ya hemos hecho algo, ¿quizás lo suficiente?, ¿todo aquello que está en mi mano?.


Efectivamente, el caso de la recogida de firmas, quizás sea un ejemplo muy positivo del potencial de las redes sociales cuando se consiguen los objetivos perseguidos, pero ojo, porque la sociedad de la tecnología es tremendamente inquieta e inconstante, y ante la avalancha de solicitudes de peticiones de firmas para mil y una causas, la herramienta puede acabar muriendo de éxito, como casi todo lo que obtiene dicho éxito en la red, que tiene los días contados. También creo que las redes sociales han permitido que entre todos generemos cierta ciberconciencia colectiva, al menos en determinados círculos de amistades y conocidos, y es patente que algunas conciencias han despertado con mayor fuerza, conocimiento de causa y acceso a mayor información ante la bofetada de la crisis, que si lo hubiesen hecho en ausencia de estas ciberherramientas sociales. 


Podemos estar más informados, unidos y comunicados que nunca, se producen múltiples "mini tertulias" y "mini debates" por correo electrónico, en las páginas y perfiles personales de cada usuario, o en las etiquetas temáticas (los famosos "tags" o "hashtags" cuando van precedidos del símbolo de la almohadilla). Pero a la vez que eso sucede, las energías se dispersan, las redes nos unen y nos separan al mismo tiempo. Nos separan en esas burbujas que son los círculos de amistades y conocidos, y nos separan en el momento en que cerramos o apagamos el ordenador, la tableta electrónica o el móvil, y pasamos de la realidad virtual a la que nos muestran nuestros sentidos más allá de una pantalla.


No pretendo argumentar en contra de la tremenda importancia de las redes sociales en nuestros días, y de su capacidad de influir en el comportamiento de nuestra sociedad. Desde muchas universidades se están estudiando estos fenómenos y se conocen a diario los resultados y conclusiones sobre dicha capacidad demostrada, aunque los más importantes llegarán cuando este período haya pasado (nada es eterno y en nuestros tiempos más bien hay que decir que todo es muy efímero), al menos este boom de las redes sociales tal y como lo estamos conociendo en esta década. Pero debemos tomar conciencia de algo más que las redes sociales parecen no mostrarnos con la misma fuerza con la que nos muestran contenidos específicos. Necesitamos actuar más allá de las pantallas, en esa otra realidad que nos envuelve y que hoy día ya está prácticamente mezclada con la virtual, pero que no dejará de ser siempre la base de cualquier otra realidad, pues es en la que nacemos y morimos. Nacemos, morimos y vivimos, y por tanto es en la que sufrimos las consecuencias de todo aquello que denunciamos y que nos indigna. Por eso entiendo que tenemos que actuar y que el reto está en ser capaces de llevar nuestra lucha a esa realidad. Las redes sociales son una herramienta maravillosa que puede funcionar muy bien siempre que no dejemos que desactiven a nuestra musculatura y se hagan  las dueñas del control de nuestras mentes-cuerpos. ¿Porqué esto no sucede así, con la fuerza que parece que debería ocurrir, ante la alta carga de denuncia e indignación que muestran esas redes sociales a diario?. El poder de la herramienta resulta incuestionable, pues funciona para promocionar a candidatos en concursos televisivos, por ejemplo,  o para organizar una concentración de miles de simpatizantes de un equipo de futbol que pretenden impedir su descenso de categoría por la mala gestión del club. Sin embargo falla cuando nos toca salir de nuestra burbuja de comodidad, algo similar a ese "área de confort" que manejan los psicólogos, pero en un sentido yo diría que mucho más literal. Se está a gusto "cambiando" el mundo desde nuestro sillón de casa, con la calefacción, la cocina a mano para un tentempié, acceso a internet y todas sus posibilidades...o bien pudiendo cambiarlo desde nuestra tableta electrónica o móvil  mientras nos desplazamos en transporte urbano o esperamos en la cola del banco. Parece que no hemos percibido que son precisamente todas esas comodidades y servicios los que finalmente estarán en riesgo. Caemos en la trampa de trasladar nuestra indignación por completo al mundo virtual, eliminando así los problemas de nuestra realidad durante unos instantes y liberando nuestra ciberadrenalina en las redes. 


Pero debe haber alguna causa más que nos atenaza e impide que finalmente actuemos dando una respuesta más activa a nuestra indignación, e incluso que se produzca una auténtica revolución cuando, analizando la historia, no faltarían hoy día los ingredientes. Dicha causa es la propia desactivación que produce el bombardeo de información vertiginoso al que estamos sometidos. Nos hemos vuelto adictos a la información, que nos llega desde todas direcciones y medios. Nuestras mentes están ávidas de información y cada vez la procesan más rápidamente, en un puro reflejo de adaptación de nuestro cerebro al volumen que nos llega. Esto implica que no hay tiempo para el análisis y la valoración de lo que puede suponer en nuestras vidas o nuestra sociedad dicha información. Además, cuando más condensada nos la den mejor (tendremos más tiempo para obtener más), lo que ha llevado a acostumbrarnos a que prácticamente nos digan lo que tenemos que pensar, en lugar de darnos una información con la que trabajemos nuestra propia opinión. Sin entrar en juzgar si todo esto responde a una conspiración del capital-mercado, o de unas determinadas élites, etc. (a las que sin duda todo esto le viene muy bien), o si bien es fruto de nuestra propia evolución social, lo cierto es que al no valorar la información, ni procesarla con cierto tiempo, no añadimos carga emocional a la misma, con lo que la información carece de valor y lo que nos importa es la nueva información que podamos obtener al instante. Mucha información implica muy poca carga emocional en cada dato, es decir, fragmentamos nuestra energía emocional y esto nos lleva a su vez a una espiral muy negativa, ya que caemos en la impotencia y la frustración. Esto último no es una opinión, es un fenómeno psicológico, con base científica. Las consecuencias de todo esto es que a pesar de que nos llegan informaciones sobre casos de corrupción, pérdida de derechos, despilfarro que ha incrementado la deuda pública que debemos pagar entre todos, deterioro de la educación, etc., etc., etc., y de que los autores de tales robos y despropósitos se presentan y pasean a diario y con descaro ante nuestras narices, no reaccionamos porque no analizamos en profundidad las consecuencias de cada noticia indignante. Son tantas que quedamos bloqueados (máxime si a ello añadimos todos nuestros problemas, quehaceres y gestiones cotidianas, más el bombardeo de correos, whatssaps, llamadas de teléfono, etc.). 


Por tanto, está muy bien que denunciemos, que divulguemos aquello que no nos gusta en las redes sociales, pero debemos a la vez tomar medidas para desengancharnos de la adicción a la información, y sanar nuestra informatitis. Tenemos que ser capaces de filtrar esa información, para obtener un volumen sobre el que dispongamos del tiempo oportuno para procesarla y valorarla, y para actuar en consecuencia. Si es necesario, quizás tendremos que plantearnos frenar entre todos la velocidad que están tomando los avances tecnológicos y los flujos de información, porque nuestro cerebro tiene unas capacidades fisiológicas limitadas, y llegar a sus límites y forzar la máquina podría tener consecuencias nefastas para la humanidad2. Si a esto añadimos esfuerzos para recuperar los valores que se han ido quedando en el camino de este frenesí de comunicaciones y flujos de información, la revolución, a través de esa ECOILUSTRACIÓN que defiendo desde esta trinchera, estará servida.





1 Crisis. La referencia a la crisis exigiría definir qué crisis. ¿La económica?, ¿la social?, ¿la política?, ¿la ambiental?, ¿todas juntas?. Y a qué escala ¿alguna comunidad autónoma en concreto?, ¿España?, ¿Europa?, ¿global?. Para el caso que nos ocupa podría ser en cualquiera de sus ámbitos y escalas, aunque en cierto modo me centraré indirectamente en un ámbito y escala más cercano para hacer más sencillo el discurso e ir al grano, convencido de que el/la lector-a sabrá escalar y dimensionar perfectamente.



2 El debate sobre si sería necesario frenar la velocidad que están tomando los avances tecnológicos y los flujos de información no es objeto de este artículo. No obstante, es posible que ese freno sea socialmente inviable, o que sencillamente decidamos no frenar, y que nos veamos abocados a descubrir hasta dónde puede llegar nuestra capacidad mental, hasta donde aguantará nuestra estructura biológica, o hasta dónde permitiremos que la tecnología se mezcle con nuestra fisiología para, quién sabe, incrementar y modificar artificialmente nuestras capacidades. Sin duda planteamientos que a muchos nos resultan peligrosos pero que podrían hacerse realidad en el futuro de nuestra especie.

13 comentarios:

  1. Apreciado Tony:
    Tienes más razón que un santo, pero el problema que aireas tiene difícil solución. Las masas no somos mucho más que corderitos, viviendo felices en la granja aún sabiendo que nos llevarán un día al matadero. ¿Por qué no nos levantamos? Entiendo que por mucho que nos recorten, no nos falta sustento, calor, y nuestro pequeño cúmulo de lujos (entre los que coloco al internet). En ese contexto, ¿quién se va a sublevar? Si tuviésemos hambre o nos tocaran realmente las narices explotaríamos; ahí está la habilidad de los políticos y de las transnacionales de la información. por lo demás, me parece muy brilante y prometedora tu trincherrera. Saludos

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    1. Efectivamente Joaquín, como dice un buen amigo mío, "hace falta un poco de hambre" para que el pueblo reaccione. Quizás no se deba tomar literalmente la frase (entre otras cosas por respeto a gente que realmente ya está pasando hambre en este país), pero es cierto que aún una mayoría de la sociedad vive suficientemente acomodada como para que no le merezca la pena cambiar la base de las cosas. De todas formas esto no ha terminado, el estado del bienestar se sigue desintegrando y en cualquier momento podríamos llegar al punto de inflexión. Quizás pueda ocurrir algo que desencadene definitivamente la reacción. Lo cierto es que el descontento y la indignación son muy generalizados y quizás solo falte la "espoleta"...Dedicaré más reflexiones de la Trincherrera a todo esto, sin duda :-) . Muchas gracias por tu visita y tus reflexiones que contribuyen a dar sentido a este blog.

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  2. Totalmente de acuerdo. Sin duda la democratización de la información a través de las redes sociales es un hecho muy valorable y que tenemos que aprovechar, pero también que optimizar "ora et labora" que decían los antiguos. Si el conocimiento te permite indignarte, es para que lo hagas y tomes decisiones. Si la continua asimilación de información no te deja tiempo para actuar......... ¿de que sirve?

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    1. Exacto Jesús, esa es la idea. Aunque creo que tarde o temprano reaccionaremos. El problema es que, cuanto más tarde, más impredecible y trágica podría ser la reacción, mientras que la razón nos dice que merecería la pena saber reaccionar a tiempo evitando costes innecesarios. La reacción puede ser leve o radical, y las consecuencias en cada caso muy diferentes como es lógico. Quizás nos arrastre una reacción más global que se sume a nuestros propios problemas de casa, o quizás seamos capaces de iniciarla nosotros...El 15M fue un fugaz despertar, una luz breve, pero algo quedó...hay muchos ingredientes y matices que podría añadir o hacer en mi respuesta, pero en general, intuyo que estaríamos bastante de acuerdo. Gracias por tu aportación.

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  3. A parte de ser un biólogo excepcional, eres un comunicador nato lleno de verdades transformadas en frases que golpean más fuerte que esta Crisis!! Creo que como bien dices, la redes sociales son un arma de doble filo, nos muestra la información de amigos y familiares pero también la cruda realidad de los tiempos que están corriendo...y efectivamente un individuo prefiere quedarse con la información de lo que le ha pasado a su primo de Canarias que la triste noticia que ha leído sobre más recortes en sanidad.

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    1. Gracias por tus palabras Cris. Yo tengo la esperanza de que tarde o temprano las conciencias despierten, al menos una masa crítica suficiente como para que se inicie el cambio de paradigma que este siglo está pidiendo a gritos. Gracias por tu visita y aportaciones.

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  4. Me gusta killo, que diga, no me gusta... bueno, ahí lo dejo.
    Mucha razón killo, yo el primero, ando pasota de todo y preocupándome solo de lo que me rodea de cerca. La causa... no lo sé, quizás que uno se cansa de que nada cambie, de lo establecido y que no vea movimientos sociales-económicos-políticos reales (que los hay) . ¿Quizás no estamos tan mal? Pregunto. ¿O esto mismo en otros tiempos ya hubiese sido el principio de una verdadera revolución?

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    1. Posiblemente en otro momento, bajo otras circunstancias, el pueblo ya se habría levantado. Precisamente aquí resalto algunas razones por las que entiendo que esto no sucede. No obstante, por pura cuestión de supervivencia es mejor que veamos el vaso medio lleno, y pensar que la respuesta a ese "¿Quizás no estamos tan mal?" que planteas, sea afirmativa. Pero es evidente que depende de nosotros y de nuestra capacidad para que cada uno cambie en su forma de afrontar la realidad y trate de cambiar su entorno inmediato (siendo más responsables y exigentes, a la vez que más solidarios y sostenibles en nuestra forma de vivir -con amigos, vecinos, en el trabajo, etc.-). Muchos granitos hacen la montaña. Gracias por participar.

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    2. killo, que serio te pones...
      estos días ha pasado algo muy interesante por Burgos, una especie de Revolución local que da un atisbo de luz a esa sensación de que el pueblo español es un borrego: ¡al fin alguien responde y no se deja pisar! ¡NO todo está perdido!
      Lo alucinante es como ha respondido el manejo informativo (Alcaldesa Madrid, ABC, la Razón, etc...) como siempre: Radicales extremistas violentos de izquierdas... ¡cómo jode tanta mentira descarada! lo peor es que muchos se quedan con ese lado.
      Un abrazo killo desde Canarias...

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    3. Jajaja, no sabía quien eras. Me sales como anónimo. Un abrazo. :-)

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  5. Querido Tony, yo voy a poner la nota discordante a este debate. Aunque en muchas cosas esté de acuerdo contigo: virtualización de la vida, turbocapitalismo, exceso de información bloqueante, bien. Sin embargo, 1) no es cierto que la información virtual no contenga carga emocional, más bien al contrario, las redes son la actual via de escape de las emociones sociales, 2) tampoco lo es que las redes no estén generando revoluciones, el 15M, las revoluciones árabes, Gezi, Brasil, México, han sido todas catalizadas por el uso de las redes y sin ellas sencillamente no habrían ocurrido con la msima repercusión. Tecnopolítica no es clicktivismo, recoger firmas no es el potencial de las redes, es ayudarnos a organizarnos a gran escala, de manera horizontal y transparente. Es decir, no sólo compartimos información en las redes, creamos comunidades políticas activas y trabajamos y producimos con increíble eficiencia, la eficiencia del compartir en lugar de ponerle paredes a la información, de construir sobre lo que otros han hecho, de la cooperación. Aquí te dejo el mejor grupo investigador sobre esto: http://tecnopoliticay15m.wordpress.com/, tienen un trabajo publicado y entre otras cosas analizan el contenido emocional de los "memes" o mensajes virales que se generan en las redes. Las campañas activistas para hacer trending topics son un ejemplo magnífico de la apropiación social de la herramienta más allá de los temas banales sobre futbol y famosos. Las redes nos permiten pro primera vez contestar la verdad oficial del poder a través de los mass media con información generada desde abajo y esto es algo que jamás ha ocurrido antes en la historia. Lo que ha ocurrido en Gamonal no habría sido igual sin el apoyo masivo de las redes! Vale, no tenemos que caer en el ciberfetichismo de que las redes van a solucionar nuestros problemas, pero sin duda tenemos la mejor herramientas que ha existido hasta ahora para ayudarnos en esa tarea. Pero estamos aún en pañales en la era de internet, aún estamos aprendiendo a leer como sociedad y por supuesto que depende de nosotros la evolución en el uso de la herramienta. Sin embargo una cosa tengo muy clara: ninguna revolución en esta era ocurrirá al margen de internet. Un abrazo, Violeta

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    1. Gracias Violeta por tus aportaciones. Te respondo en dos fases porque sobrepasaré el límite de caracteres permitido. en los comentarios. Creo que en realidad estamos totalmente de acuerdo, pues comparto al 100% todo lo que has argumentado. Puede que mi artículo no esté suficientemente bien redactado, pero también alegaré que aunque mi obsesión por matizar me lleva a extenderme demasiado, siempre faltan matices o excepciones que se quedan en el tintero en temas tan complejos. En este sentido, intento apelar siempre a que quien interpreta mis palabras se quede con las ideas y filosofía expresadas. En tu caso es complicado que no vayas más allá, pues eres buena conocedora de estos temas y además una persona muy activa, con lo que profundizar es inevitable, y por eso me alegra que hayas escrito, porque así nos enriquecemos todos y se cumplen los objetivos de este blog. Sobre el punto 1 de tu respuesta, sí que me gustaría aclararte que yo no he pretendido decir que la información virtual no tenga carga emocional (¡uff!, ¡qué me podrían decir tantos ciberamantes o parejas que se conocieron en internet de una manera intensísima y que ahora incluso son parejas en la vida real!, por poner un ejemplo muy representativo en cuanto al tema de las emociones.). Lo que he pretendido expresar es que en general, al manejar mucho volumen y flujo continuado de información, ponemos menos carga emocional a buena parte de esa información, pues se dedica menos tiempo al procesado de la misma. Es un tema concreto que no quiere decir que determinadas informaciones surjan precisamente desde la carga emocional más absoluta, como puede ser la indignación. Mi propia voluntad de utilizar las redes para transmitir mis opiniones y generar estos debates, ya lo dice todo sobre mi creencia en que en nuestro mundo actual, las redes en internet son parte importantísima de nuestras relaciones sociales. En mi propio artículo manifiesto: "No pretendo argumentar en contra de la tremenda importancia de las redes sociales en nuestros días, y de su capacidad de influir en el comportamiento de nuestra sociedad", al igual que argumento sobre todos esos estudios e investigaciones que demuestras la importancia actual de las redes en nuestro comportamiento como sociedad. Si que expreso el riesgo real, también manifestado por muchos estudiosos, de que el exceso de información actúe como un mecanismo de bloqueo, es una cuestión psicológica, que como expongo, tiene su base científica. Pero afortunadamente no somos robots y tenemos capacidad de reflexionar y aprender, y de actuar en consecuencia a la evolución de nuestras experiencias y conocimientos. También cuestiono hasta donde podrá llegar nuestra capacidad fisiológica para adaptarnos a los flujos de información crecientes y cada vez más veloces. Simplemente lanzo la incógnita, pues me parece importante que la tengamos presente.

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    2. Y respecto a tu punto 2, sigo estando de acuerdo. Yo no cuestiono la capacidad de las redes para generar, o al menos ser una herramienta facilitadora y magnífica para las revoluciones sociales. Lo hemos visto muy recientemente, como dices, en el caso del barrio de Gamonal, pero antes con el 15M y en otras muchas revoluciones sociales recientes como las que se han producido en algunos países árabes. De hecho, lo que ha ocurrido en Gamonal es lo que yo demando que habría de ocurrir con más frecuencia, que con nuestra indignación vayamos más allá de nuestra pantalla del ordenador o del móvil. Expongo que debemos ir más allá de las herramientas y que las utilicemos como tales, para pasar a los hechos. Para actuar. Y si bien hay claros ejemplos de que esto sucede, y por tanto de que las redes son una herramienta maravillosa para que se desarrollen mejor y más rápido determinadas acciones sociales, también, en mi opinión, habría motivos sobrados para otras muchas revoluciones, que en otros tiempos posiblemente se habrían producido, y sin embargo no acaban de estallar. En algunos casos, creo que las propias redes sociales y los flujos de información saturantes pueden tener algo que ver con que eso sea así. Digamos que las redes, como otras muchas herramientas, son un arma de doble filo, que pueden contribuir muy positivamente a nuestra evolución social y hacia un mundo mejor, pero que también pueden ser utilizadas por quienes pretenden lo contrario, o simplemente garantizar en el futuro sus privilegios. Creo que debemos estar advertidos y alerta ante esto. En cualquier caso, espero que esta trinchera virtual que me he fabricado, te sirva de ejemplo de mi fe en que las redes sociales pueden ser una herramienta idónea para esa revolución que nos lleve a ese cambio de paradigma social y de pensamiento que tanto necesitamos. Gracias nuevamente por participar. Espero que sigas mostrándote por aquí. :-)

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